lunes, 17 de noviembre de 2014

LA UABJO Y SUS LEYES FUNDAMENTALES 1827-1988

El libro que a continuación se reseña contiene prácticamente la historia de la educación superior a partir de que, tras la Independencia de México, el estado nacional se dio a la tarea de cumplir los ideales de la generación que buscó romper la sumisión con España. El más importante fue acabar con la tutela de la corona hispana, por supuesto, pero enseguida sentar las bases de una educación pública, laica y gratuita, que sirviera para formar intelectualmente a los ciudadanos a los que correspondería construir una nación con identidad propia.

La primera legislatura estatal decreto la fundación en 1827 del Instituto de Ciencias y Artes del Estado de Oaxaca. Este tomo abarca desde aquel documento hasta la expedición de la Ley orgánica aun en vigor, que es la correspondiente a la de 1988. Esta es la portada de tan interesante tomo:


Las dimensiones de este tomo son: 23 cm de ancho x 32 cm de alto.
220 páginas impresas a todo color. 
Se incluye un CD en la tercera de forros con la versión electrónica del libro.


Tomamos esta foto recientemente, enfatizando el memorial de don Benito Juárez que domina con su escultura en bronce el patio principal del antiguo Edificio Central del Instituto. Esta fundición tiene una leve pátina dorada, que quisimos realzar dentro del conjunto arquitectónico en el que predominan los tonos azul verdosos de nuestra cantera.

Los autores de este libro son: Carlos Sánchez Silva y Francisco José Ruiz Cervantes, ambos historiadores investigadores del Instituto de Investigaciones en Humanidades-UABJO. Se publicó por iniciativa del Rector don Eduardo Martínez Helmes, quien presentó la edición con el siguiente texto:


PRESENTACIÓN

La presente Administración Central de la Universidad Autónoma “Benito Juárez” de Oaxaca se ha fijado como una de sus tareas sustantivas apoyar los trabajos de investigación, que coadyuven en el conocimiento y difusión de su historia.
Ese interés institucional por conocer y divulgar las raíces de la Máxima Casa de Estudios, derivó en la iniciativa personal de recuperar, recopilar y hacer pública la memoria normativa de nuestra Institución. 
El proyecto fue recibido con especial denuedo por parte del doctor Carlos Sánchez Silva y el maestro Francisco José Ruiz Cervantes, quienes de manera puntual se abocaron al mismo logrando su concreción bajo el nombre de: “La UABJO y sus Leyes Fundamentales, 1827–1988”.
En esta publicación, los profesores–investigadores del Instituto de Investigaciones en Humanidades [IIHUABJO], hacen una triple tarea que muestra lo apasionada que resulta la secular historia de la Universidad.
En primer término, se ordenan en una sola publicación las leyes fundamentales de nuestra Institución, desde 1826 hasta la Ley Orgánica de 1988. En segundo lugar, se realizan estudios introductorios a este largo periodo, contextualizando adecuadamente las vicisitudes económicas, sociales y políticas que le han dado valor y sentido a la Universidad. Y, finalmente, se integran en el libro diversas imágenes y documentos que también muestran gráficamente el desarrollo de la Institución durante más de 160 años.
El recorrido histórico abarca las diversas etapas históricas de la Institución: del Instituto de Ciencias y Artes del Estado a la Universidad Autónoma “Benito Juárez” de Oaxaca, pasando por el Instituto Autónomo de Ciencias y Artes del Estado y la Universidad “Benito Juárez” de Oaxaca.
El resultado queda más que satisfactoriamente consignado en la obra que ponemos en manos del público en general y, especialmente, de la comunidad universitaria.
Tengo la plena certeza que este libro resulta digno para festejar los 187 años de vida que cumple en este 2014 la Universidad, y particularmente para que quienes trabajamos en ella, la sigamos consolidando como una universidad con valores y para afrontar los retos en este nuevo siglo.

Lic. Eduardo Martínez Helmes
Rector de la UABJO


Este interesante retrato de don Benito Juárez
pese a lo maltratada que está la litografía, se rescató
y está incorporado al acervo universitario.
Se incluye en la edición.



Los ensayos de Sánchez y Ruiz Cervantes se reproducen en esta entrada porque son un compendio de datos, testimonios, contextos y reflexiones respecto a la historia de nuestra Universidad, expresada a través de las leyes y reglamentos que la fueron modelando a lo largo de sus más de 180 años de existencia. Pero además dan idea de cómo la sociedad oaxaqueña, en su momento, fue adaptando, idealizando y transformando los estatutos de su máxima casa de estudios para mantenerla vigorosa y útil a la sociedad al paso de cada época, como lo ha venido siendo.

Las crisis no han sido ajenas a este motor intelectual que es la actual UABJO. Crisis sociales, crisis de fondos, crisis de falta de profesores, crisis de guerras, de represalias, de prejuicios... en fin. Una Universidad es de verdad un espejo de la sociedad y es tan brillante y cambiante como ella misma. Por eso esta publicación resulta tan interesante, porque aunque su punto de partida son las leyes que incidieron en su constitución, no se queda en la sola y simple reproducción de ellas, sino que las reflexiona, las contrasta, las pone en la perspectiva de la historia de Oaxaca y de México y más aún, en la ruta que siguieron los modelos educativos internacionales desde el siglo XIX y que hallaron en estas tierras su correspondencia.

Si algo llama la atención son sus numerosas fotografías. Todas ellas también son fruto de la investigación documental que hicieron alumnos de la primera generación de la Licenciatura en Humanidades que se imparte en la UABJO. Aquí solo ponemos unas cuantas, pero el libro trae muchas.

Otras imágenes se tomaron recientemente y un par de ellas las dibujó Iván Bautista, también ex alumno de la Licenciatura en Artes Plásticas de la UABJO.

Antes de dar paso al índice y los demás contenidos del libro debemos decir que el lector interesado deberá acudir a la Rectoría para conseguir su ejemplar impreso.



CONTENIDO

Presentación
11

Introducción General
12


El Instituto de Ciencias y Artes
del Estado [1827-1931]
por Carlos Sánchez Silva
14

Leyes Fundamentales [1827-1931]
33

Decreto. Ley de Instrucción Pública del Estado de Oaxaca [1826]
34

Decreto. Reglamento para el Instituto de Ciencias y Artes [1827]
38

Decreto Núm. 8. El Congreso 6º Constitucional del Estado ha tenido a bien decretar lo que sigue [1835]
42

Decreto. Que Reforma el Instituto de Ciencias y Artes de esta capital [1845]
52

Decreto. Ley Orgánica del Instituto de Ciencias y Artes del Estado [1852]
58

Decreto. Dicta varias providencias acerca del Instituto del Estado [1856]
68

Reglamento para el Gobierno Económico del Instituto del Estado [1861]
70

Plan de Estudios Preparatorios y Profesionales expedido por el Congreso del Estado
en 15 de diciembre de 1885.
79

Decreto Núm. 2. Plan de Estudios Preparatorios y Profesionales [1898]
88

Se paralizan las labores en el Instituto del Estado [1916]
97

Poder Ejecutivo del Estado. Secretaría del Despacho. Departamento de
Instrucción Pública. Sección Técnica. [1920]
99

Decreto No. 14. Plan de Estudios Preparatorios y Profesionales [1921]
100

Ley Orgánica del Instituto de Ciencias y Artes del Estado [1931]

110


Del Instituto Autónomo a la Universidad Autónoma [1937-1988]
por Francisco José Ruiz Cervantes
114

Leyes Fundamentales [1937-1988]
135

Decreto Número 154. Ley Orgánica del Instituto Autónomo de Ciencias y Artes
del Estado [1937]
136

Decreto. Ley Orgánica del Instituto Autónomo de Ciencias y Artes del Estado [1943]
141

Decreto. Ley Orgánica de la Universidad “Benito Juárez” de Oaxaca [1955]
150

Reglamento de la Ley Orgánica de la Universidad Autónoma “Benito Juárez” de Oaxaca [1960]
159

Decreto Núm. 276. De la H. XLVII Legislatura Constitucional del Estado.– Se
reforma la Ley Orgánica de la Universidad “Benito Juárez” de Oaxaca, que en lo sucesivo se denominará Universidad Autónoma “Benito Juárez” de Oaxaca [1971]
189

Decreto Núm. 32. La Ley Orgánica de la Universidad Autónoma “Benito Juárez” de Oaxaca [1978]
194

Ley Orgánica de la Universidad Autónoma “Benito Juárez” de Oaxaca [1988]
200



Bibliografía
210

Índice de Ilustraciones
213

Interpretación artística de Iván Bautista. 
Muestra el antiguo edificio novohispano del Seminario, 
en la actual Avenida Independencia.




Viene ahora el primer ensayo:


El Instituto de Ciencias y Artes 
del Estado [1827-1931]
por Carlos Sánchez Silva




La instrucción pública es 
el fundamento de la felicidad social, el principio en que descansa 
la libertad y el engrandecimiento 
de los pueblos.

Benito Juárez1


Con el nombre de Instituto de Ciencias y Artes del Estado [ICAE], lo que hoy conocemos como Universidad Autónoma “Benito Juárez” de Oaxaca [UABJO], existió 104 años: desde el glorioso momento cuando un 8 de enero de 1827 abrió sus puertas en la capital oaxaqueña hasta 1931, cuando el ICAE logró su autonomía y se transformó en Instituto Autónomo de Ciencias y Artes. Esta historia secular del ICAE tuvo diversos momentos que bien vale la pena recuperar para ir construyendo su historia que llega hasta nuestros días.
El origen del ICAE se remonta a fines del siglo XVIII, cuando las reformas emprendidas por los reyes españoles Fernando VI y, particularmente, Carlos III, abrieron la posibilidad de fundar en las colonias españolas instituciones de educación superior en las diversas intendencias de los dominios hispanos.2 En Oaxaca se optó por crear una universidad, sin embargo, en esta ocasión la Pontificia Universidad de México elaboró un dictamen que cancelaba la posibilidad de fundar en tierras oaxaqueñas la “Universidad del Sur”.3 La Guerra de Independencia suspendió temporalmente este proyecto, sin embargo, una vez rotas las ataduras coloniales con España, en la recién creada República Mexicana los vientos soplaron para crear Institutos que monopolizaron la educación en el país, entre ellos el oaxaqueño que abrió sus puertas en el año de 1827.
Mucho se ha discutido si el ICAE surgió para rivalizar con el Seminario de la Santa Cruz como institución de “educación secundaria”, como se le llamaba en la época. La respuesta es sí y no. Es afirmativa si se le compara con el hecho de que el ICAE dio, desde su origen, educación en “idioma vulgar” y también que desde su origen impartió “aulas” que no se ofrecían en el Seminario;4 pero la respuesta es negativa si consideramos que muchas de las mentes pensantes de la élite religiosa de la época comandaron al ICAE hasta bien entrado el siglo XIX. Así las cosas, nosotros consideramos que una fuente excepcional para evaluar el devenir del ICAE son las leyes orgánicas, los reglamentos, los planes de estudio y otros materiales conexos que nos permiten conocer en concreto esta evolución en el lapso que va de 1826 a 1931.
Un primer tema estaría representado por las materias o aulas que se impartían en estos años. Una mirada de conjunto nos permite hacer una primera afirmación: pese a los vaivenes continuos y que el cuadro 1 lo muestra gráficamente, en el origen podemos decir que hubo dos carreras que se mantuvieron como la base de la educación en el ICAE: jurisprudencia y medicina; en el inter hubo algunas asociadas a ellas que lograron consolidarse y, en ciertos casos, convertirse en “carreras autónomas”: la de medicina aparece asociada en la mayoría de los años del siglo XIX a la de cirugía y obstetricia, pero para 1921, por ejemplo, solo como medicina y cirugía; y ya como una carrera aparte la de farmacia ligada a la de obstetricia.
En esta misma tesitura, un caso relevante es el de la carrera de jurisprudencia que tuvo una evolución bastante singular. Desde 1826-1827 fue una de las carreras principales que se impartían en el Instituto, y donde el derecho canónico estuvo asociado a esta disciplina hasta 1860.5 Posteriormente, el derecho canónico ya no aparece más en los planes de estudio, particularmente en los de 1885 y los posteriores. Sin embargo, conforme fue avanzando el siglo XIX vemos que esta carrera se subdivide y para el año 1885, asociada a la jurisprudencia como tronco central, se impartía la carrera de “notariado” en tres años después de los estudios preparatorios. En el plan de 1921, la carrera de notariado desaparece y nada más se detallan las características de la de jurisprudencia dentro de las 11 carreras profesionales que se impartían en el ICAE.6
La otra carrera que también muestra una evolución particular es la que hoy conocemos con el nombre “comercio y administración”, y que según el Plan de 1885 aparece de manera separada: la de comercio, que se impartía en cuatro años; y la de administración en dos. En el caso de la primera, se establecía en el artículo 26º del reglamento que: “Los alumnos que se dediquen a esta carrera, practicarán durante los períodos tercero y cuarto en un establecimiento mercantil”. Respecto a la de comercio el artículo 28º señalaba que: “El conocimiento de las oficinas, debe adquirirse prácticamente en aquellas del ramo a que el alumno quiera dedicarse”.7 En 1898 ambas disciplinas se unificaron y apareció bajo el nombre de “CARRERA DE COMERCIO Y ADMINISTRACIÓN”, misma que se impartía en siete semestres.8 Finalmente, para 1921 esta carrera aparece con el nombre de “Carrera de Contadores de Comercio”, con dos opciones terminales: una en el ramo de “tenedores de libros” y la otra en el de “corredores”, y con una duración total de 4 años en ambos casos.9
En este largo periodo hubo diversos ensayos de carreras que no cristalizaron o, en su defecto, muchas de ellas fueron resultado de ciertas orientaciones políticas, en algunos casos; y, en otros, su erección estuvo basada en corrientes pedagógicas en boga. Una vez terminada la etapa colonial, la elite gobernante insistió que el ICAE no solo diera los cuadros político-administrativos para el gobierno, sino que también podría dar al estado hombres capacitados en la “técnica”, básicamente en los campos de la agricultura, la minería y la ingeniería (incluyendo la arquitectura). Uno de los gobernadores que mejor planteó este tema sobre la relación del ICAEO con el aparato productivo estatal es Félix Díaz en el año de 1869 lo exponía así:

Dotado Oaxaca por la naturaleza de abundantes campos, de ricos y variados minerales, y disfrutando de todos los climas conocidos, necesita del auxilio de hombres instruidos, que con las reglas de las ciencias y apartándose de las estacionarias rutinas y de las prácticas poco acertadas con que hace muchos años se explotan en lo general indiscretamente aquellos inapreciables tesoros, hagan que se conviertan esas pequeñas fuentes, esos estrechos veneros, en amplios y abundantes manantiales de riqueza; y sería de desear, por tanto, que se establecieran otras carreras profesionales, que a la vez que proporcionasen nuevos caminos de desarrollo a muchas inteligencias, acaso privilegiadas, impulsasen por su medio el adelanto material del Estado.10

Con estas ideas en mente, en el ICAE hubo varios ensayos por introducir las carreras “técnicas” entre 1826 y 1931. El primero lo tenemos en el año de 1826, cuando en el plan de estudios se dispuso que en el aula quinta se enseñara “Botánica y Elementos de química y mineralogía”, quizá apoyado en la peregrina idea de que, si explotaban las riquezas naturales en minería y agricultura, “… harían de Oaxaca el país más rico del universo”;11 pero el momento clave sucede en 1860 cuando se establece la carrera de agricultura, la cual se cursaría, después de los estudios preparatorios, en tres años con un enfoque “teórico-práctico”, misma que tenía su culminación en el tercer año con las prácticas profesionales “…en la hacienda que el gobierno señalare”.12 



Imagen del fotógrafo viajero alemán Teobert Maler, hacia 1875.

En un estado donde todavía en pleno siglo XXI el tema agrario domina el escenario, llama la atención que en los planes de estudio de 1885 y 1898 esta carrera ya no se impartiera en el ICAE; vuelve aparecer en el de 1921 bajo el título “agricultores-teórico prácticos”, pero quizá esto sea como un efecto de la reforma agraria promovida por los regímenes revolucionarios. En el periodo siguiente veremos cuál ha sido su evolución entre 1933-1988 hasta desembocar en la actualidad en la de veterinaria y zootecnia que hoy se imparte en la UABJO.
Sin embargo, el intento más “serio” por introducir las carreras técnicas en el ICAE se dio con el plan de estudios de 1885 cuando se acordó el establecimiento de diversas carreras de ingenieros: topógrafos, ensayadores, mecánicos, civiles, de minas, y arquitectos. Todo indica que esta idea no pasó más allá de las “buenas intenciones y del papel”, ya que en el plan de 1898 ninguna de esta ingenierías aparece; para 1921 lo más cercano a las “carreras técnicas” eran tres: la de “ensayadores”, la de “mecánico-electricista” y, como ya lo hemos anotado líneas arriba, la de “agricultor teórico-prácticos”.
Un tema que debería orientar futuros trabajos sobre la historia de la UABJO sería el análisis de las teorías educativas en boga y como estas influyeron en los diversos planes de estudio que se adoptaron en momentos específicos: quizá un ejemplo nos pueda dar la pista por donde deben ir los estudios que se hagan al respecto. En esta tesitura, el plan de estudios de 1885 resulta una pieza clave para entender las influencias bajo las cuales la comisión se movió para darle contenido a su propuesta: los integrantes de esta comisión partieron de la “premisa general” de que en este año el ICAE seguía en su organización curricular: “El orden de los estudios en los Seminarios —y tal es el del Plan vigente en el Instituto— tiene más bien por base la clasificación de las materias que la facilidad en el aprendizaje”. Apoyados en los seguidores de Enrique Pestalozzi y Horacio Mann, como eran los norteamericanos John Baldwin y James Pyle Wickersham, propusieron una reforma que acentuara la forma en que los educandos “aprendieran más fácilmente”. Sus baterías fueron encaminadas a los llamados “estudios preparatorios” bajo la siguiente idea: 

El proyecto está basado en estos principios. El alumno de pocos años y apenas iniciado en las ciencias, comienza por el estudio de las Matemáticas, respecto de las cuales se ha cuidado de “no caer en el error, muy generalizado ahora, de darles exagerada preponderancia” (Baldwin), continúa con las ciencias naturales, Lenguaje e Historia y concluye con las Ciencias del orden más elevado: la Lógica y la Psicología.

Bajo el argumento del encadenamiento lógico entre las materias que se deberían impartir se propuso una reforma radical al plan de estudios preparatorios, y al orden y sucesión de las impartidas en las carreras profesionales. Por ejemplo, para la carrera de medicina se apuntaba: “Formarán el primer año la Anatomía descriptiva y Farmacia y Clínica elementales, la primera como base fundamental de todos los conocimientos médicos y la segunda, aunque accesoria, muy interesante para el buen estudio de la terapéutica. “[…] El natural encadenamiento de las materias, requiere que tras del conocimiento de los órganos, venga el de sus funciones, razón por la cual se coloca en el segundo año el estudio de la Fisiología”. 
En el caso de la carrera de jurisprudencia se rebatía el orden con el que se había enseñado desde la fundación del mismo ICAE y lo ejemplificaban con la materia de Filosofía del derecho con estas palabras: 

En cuanto al lugar que en la carrera ocupa, parece el más adecuado, no obstante que siempre se ha creído deber estudiarse en el primer curso, porque como dice Wickersham (Sistema de educación) “el estudio de las ciencias debe terminarse por el de sus relaciones”. Y en efecto, la Filosofía del derecho, como que supone el conocimiento de las diversas ramas de la ciencia, no puede hacerse con provecho sino cuando tal conocimiento se ha adquirido ya. Cree la Comisión que llevándose a una práctica severa esta parte de la ley, y añadiendo una buena elección de textos, el Instituto será como antes fue, plantel de donde salgan abogados capaces de honrar el nombre del Estado.

Apoyados en la pedagogía y sociología positivista,13 la comisión, integrada por J. A. Álvarez, hijo, diputado presidente, y Emilio Rabasa y Eutimio Cervantes en su calidad diputados secretarios, plantearon cambios radicales no solo en el sistema curricular, sino también en otros temas objeto de controversia: uno “trascendental”, como ellos lo llamaban, fue romper con la costumbre de considerar el “año natural” como “año escolar”, proponiendo el calendario escolar a 10 meses, seguido del argumento de cancelar las vacaciones en estos 10 meses: 

Por lo que toca a suprimir las vacaciones, diremos que como descanso son innecesarias, según lo demuestran algunos colegios europeos en que no las hay, y como lo comprueba el trabajo mental a que sin vacaciones se dedican los hombres de bufete. Por el contrario, las vacaciones son un período franca y abiertamente consagrado por la ley a la holgazanería tan ocasionada a vicios.
Para concluir debemos manifestar también, que no hay en esta reforma una reducción positiva del período escolar, pues el que esta ley propone es de diez meses, y hasta hoy en el Instituto solo han asistido los alumnos a las clases, de los últimos días de enero, a los primeros de noviembre, es decir, nueve meses poco más o menos.

Los integrantes de la comisión arguyeron que quizás sus reformas eran radicales, pero los que se pudieran oponer, no les cabía la menor duda, representaban a los enemigos del “progreso y el cambio”.14 Obviamente, esta reforma no duró mucho, ya que en el plan de 1898 en su artículo 4º se estableció lo siguiente: “Los períodos escolares serán de seis meses, comenzando el curso del primer semestre del año el 1° de enero para terminar el 31 de mayo; el curso del 2° semestre comenzará el 1° de julio terminando el 30 de Noviembre. Los meses de junio y diciembre se destinarán a exámenes y vacaciones”. La novedad era que el ICAE adoptaba en este año la modalidad “semestral” en los periodos escolares con un calendario definido.15 Sin embargo, en 1921 se retornó a los ciclos escolares anuales.16
Pasemos finalmente a un tema recurrente en el que casi todos los historiadores de la UABJO coinciden: que la función principal del ICAE fue dotar de los cuadros político-administrativos al gobierno local y, en algunos momentos, al federal con la pléyade llamada “generación liberal”.17 Lo primero que tenemos que asentar con claridad es que en una sociedad donde el 90% de la población no sabía leer ni escribir, la educación superior en el lapso 1826-1931 se restringió a una élite ilustrada de “toga y birrete”, donde el ICAE y el Seminario de la Santa Cruz fueron las instituciones importantes en este tema. Por ejemplo, si uno recurre a las cifras de los alumnos inscritos en el ICAE en el lapso de estudio y lo contrasta con el total de la población escolar de todo el estado, comprobará este argumento.18 Cifras escolares del ICAE que por lo demás son demasiado inconsistentes y poco confiables, que le han servido a la historiadora francesa Annick Lempérière para dudar seriamente de ellas.19



Oficio que nombra a don Benito Juárez "Profesor de la cátedra de física".
Nótese que antecede a la fecha la frase 
"Dios y Libertad. Oajaca Mayo 26 de 1830".

Ante lo inconsistente de las cifras oficiales, bien vale recurrir a un análisis más cualitativo. Un buen comienzo es lo que los mismos hacedores de las leyes fundamentales argumentaron sobre la función del ICAE en el contexto político de su época. Ya otros autores han destacado lo que los gobernantes estatales señalaban al respecto; razón por la cual aquí nos ceñiremos a lo planteado desde la óptica interna del Instituto. Y para muestras, un botón: en 1835, por ejemplo, en el artículo 52º del reglamento se asentaba: “Concluida la distribución de premios, el director, o en su nombre un profesor tomará la palabra para dirigirla al gobierno y en una arenga gratulatoria recomendará los trabajos de la junta, y pedirá una igual recomendación en honor de los alumnos aprovechados como dignos de los puestos, destinos y empleos lucrativos del Estado”.20
Pese a esta preponderancia, a lo largo del periodo 1826-1931 progresivamente se percibe que el ICAE fue perdiendo su “exclusividad” de controlar la educación oaxaqueña en su conjunto, pero sí mantuvo el monopolio de la educación secundaria y superior en la entidad, ya que nadie rivalizaba con él en ese terreno. Hecho que le significó que de sus filas salieran a engrosar los principales puestos de la administración pública en estos años y que se les considerara “autoridades en materia educativa” para todo el sistema de enseñanza en la entidad. 
Pero cómo y cuándo se dio este maridaje entre el ICAE y gobierno, y qué vaivenes sufrió, ya que no todo fue “miel sobre hojuelas” en estos 104 años de existencia. La doctora Lempérière propone una periodización para analizar esta relación. Relación que se hizo más estrecha después de lo que ella llama “la primera generación liberal” la cual controló el ICAE, y rompió con la tradición de celebrar ceremonias “humanistas”, que más bien recordaban las que tenían lugar en los tiempos coloniales, y se inicia el culto a las gestas y héroes nacionales. Su punto de inflexión lo detecta a partir de 1845 “…con la gran ley de reorganización de los estudios…” en el Instituto. Considero que desde el principio el ICAE se ligó al aparato de gobierno, y también que la transición en los ceremoniales no tuvo que esperar hasta la segunda mitad del siglo XIX para centrar sus festejos oficiales en el calendario cívico nacional. Más bien, la interpretación de Lempérière es errónea en este punto debido a que ella no consultó el reglamento de 1835, que es una muestra evidente de este largo proceso en la relación del Instituto y su papel en la administración pública estatal.21 Así, a la par que se anota que los alumnos deberían tomar misa, en sus artículos 88º y 89º se asienta que en sus actos públicos las intervenciones se centrarán: “[…] no solo a la importancia de las ciencias, sino también a la grata memoria de sus héroes nacionales, que más se distinguieron en las tres clases brillantes de política, las ciencias y las artes. […] Con tales modelos, fines y estímulos se establecerá en el Instituto de Ciencias y Artes la orden distinguida de bellas letras, consagrada a su cultivo y a la memoria de nuestros héroes mexicanos que se hicieron célebres en política, ciencia y armas”.22
Como anotamos líneas arriba, no siempre la relación entre el ICAE y los gobiernos estatales y federales fue de “miel sobre hojuelas” en este largo periodo de estudio, lo que nos lleva a plantear que como centro de la “inteligencia” oaxaqueña, el producto no siempre dio como resultado que sus estudiantes, profesores y egresados tuvieran una actitud política monolítica, sino que a su interior existieron toda una gama de posiciones. Uno de los temas más recurrentes de análisis es el de los cierres del ICAE derivado de ciertas coyunturas políticas específicas: 1854, 1859 y 1916. Ya algunos autores han abundado sobre estos cierres y no es este el lugar para insistir en ellos, y remitimos al lector a las obras correspondientes. 
Sin embargo, dentro de estas “suspensiones” hay algunos pasajes que no han sido documentados y que quizá vale la pena abundar, en virtud de que muestran la actitud de los gobiernos federal y estatal sobre la educación que se impartía en el ICAE. El asunto está relacionado con la escuela de medicina en los años que corren entre 1854 y 1855, precisamente cuando el director del plantel era el doctor Juan Nepomuceno Bolaños. Encabezada por este doctor, la junta de la escuela de medicina entregó un grueso y fundamentado expediente donde se esgrimían las pruebas de porqué en una entidad con tantos problemas de salud pública, el cierre de la enseñanza médica era un error, amén de que se especificaba la forma en que se instruía a los alumnos en la ciencia médica. El gobierno federal, por su parte, le pidió a la Nacional y Pontificia Universidad de México emitiera un juicio “científico” sobre la pertinencia o no del cierre de la escuela de medicina en tierras oaxaqueñas. El oficio de resumen del dictamen, firmado por José María Covarrubias el 2 de marzo de 1855, fue categórico y contundente: que la enseñanza médica era harto deficiente; que los programas no estaban acordes con los últimos avances de la ciencia médica; que los profesores eran muy reducidos y se dudaba de su formación. “[…] Y finalmente, que la enseñanza tenga el carácter práctico que por su naturaleza reclama la ciencia a la que se dirije”. En suma, se ordenaba, con fecha 21 de marzo de 1855, al gobierno del estado que dictara la orden del cierre de la carrera de medicina en el ICAE. 23
Finalmente, el cierre de 1916 es muy sintomático porque se da en plena fase armada de la Revolución Mexicana, y demuestra precisamente las diversas facciones políticas que se disputaban el poder político y cómo repercutieron en la vida del ICAE. No debemos perder de vista que en 1913 un nutrido grupo de integrantes del Instituto, entre ellos el joven estudiante de jurisprudencia y luego gobernador del estado, Francisco López Cortés, fueron a la Ciudad de México a darle el tradicional “besamanos” a Félix Díaz después de su triunfo en la “Decena Trágica”.24 Para 1916, los carrancistas dominaban buena parte del estado de Oaxaca, y no se cansaban de señalar que en el ICAEO se habían refugiado los enemigos de la revolución, razón por la cual su cierre era “inminente”, como lo señala el periódico que reproduce la noticia: “Lo que ha ocurrido en el Instituto de Ciencias y Artes del Estado, es lo que precisamente tenía que suceder, dada la actitud del profesorado y alumnos del mencionado plantel. Por lo demás, nos regocijamos de que muy pronto volverán a reanudarse las labores”.25
Posteriormente, la elite oaxaqueña hizo las paces con la facción obregonista y se sumó al carro de la revolución. Razón por la cual un “exfelicista” de juventud, ahora convertido en gobernador, el licenciado López Cortés, acorde con los nuevos tiempos, donde ocupan un lugar especial las luchas por la autonomía universitaria en la Ciudad de México, emitió el decreto de autonomía al ICAE con estas acotaciones: “conviene conceder al Instituto de Ciencias y Artes la autonomía compatible con las condiciones económicas del estado y con la necesaria vigilancia que sobre aquel debe ejercer el gobierno, entre tanto demuestra dicho establecimiento docente poder bastarse en lo absoluto tanto económica como educacionalmente y no necesitar la intervención del poder público…”26
Habría que esperar las implicaciones que esta autonomía darían a la vida interna y externa del Instituto. Historia que abordamos en el siguiente apartado, cuando de Instituto Autónomo de Ciencias y Artes se dio el paso a Universidad “Benito Juárez” de Oaxaca hasta lograr lo que hoy día es esta secular institución: la Universidad Autónoma “Benito Juárez” de Oaxaca.



Otra vista fotografiada por T. Maler, 
desde detrás de los árboles de la actual Alameda de León...



NOTAS
1 “Discurso de Benito Juárez en la reinstalación del Instituto de Ciencias y Artes del Estado de Oaxaca, Oaxaca, enero de 1856” en Jorge L. Tamayo [compilador], Documentos, discursos y correspondencia, vol. 2, México, Secretaría del Patrimonio Nacional, 1964, p. 164.
2 Para el caso español ver Mariano Peset, “Libros y universidades”, en Varios autores, Exlibris universitatis. El patrimonio de las bibliotecas universitarias españolas, Santiago de Compostela, CRUE-REBIUN-Santiago de Compostela-MECD-MCT, 2000, pp. 30-31. Sobre el impacto de la educación ilustrada en Nueva España y en Oaxaca, Dorothy Tanck de Estrada, La educación ilustrada, 1786-1836 y Pueblos de indios y educación en el México colonial, 1750-1821, México, El Colegio de México, 1984 y 1999, respectivamente.
3 Tanto estos intentos del siglo XVIII, como los emprendidos por la corona española a principios del siglo XIX, se inscriben dentro del proyecto modernizador del Estado borbónico español y, particularmente, de las reformas emprendidas por el emperador Carlos III a mediados del siglo XVIII al sistema de educación español, que quizás tuvieron un mayor impacto en España, pero que también se dejaron sentir en los dos principales virreinatos hispanos: Perú y la Nueva España. Confróntese Daniela Traffano, “De educación superior en Oaxaca en el siglo XVIII” y Carlos Sánchez Silva, “El establecimiento del federalismo y la creación del Instituto de Ciencias y Artes del Estado de Oaxaca” en Francisco José Ruiz Cervantes, Isidoro Yescas, Porfirio Santibáñez Orozco y Verónica Loera y Chávez [coordinadores], Testimonios del Cincuentenario : Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca, Oaxaca, México, Universidad Autónoma “Benito Juárez” de Oaxaca-Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca, 2006.
4 Véase Memoria administrativa de 1827, Oajaca, Imprenta del gobierno, 1827, p. 23.
5 En 1826 derecho se impartía en las siguientes aulas: “La octava, del Derecho natural y civil. La novena, del Derecho público constitucional y de Gentes. La décima, del Derecho canónico e Historia eclesiástica”.
6 En 1921 el ICAE además de estas 11 carreras profesionales ofrecía también los estudios “preparatorios generales”.
7 Confróntese “PLAN de Estudios Preparatorios y Profesionales, expedido por el congreso del estado en 15 de diciembre de 1885”, secciones IX y X, artículos 25º-28º.
8 Confróntese “Plan de Estudios Preparatorios y Profesionales”, 4 de marzo de 1898, capítulo VIII, artículo 12º.
9 “Plan de estudios preparatorios y profesionales”, 22 de diciembre de 1921, capítulo I, artículo 1º.
10 Félix Díaz, Memoria administrativa de 1869, Oaxaca, Imprenta del estado, p.41. Las cursivas y el subrayado es nuestro.
11 Véase Memoria administrativa de 1831, Oaxaca, Imprenta del gobierno del estado, 1831, p. 16. 
12 Confróntese “Ley orgánica de la instrucción pública y del Instituto del Estado”, 1860, artículos 27º y 28º.
13 Llaman la atención los argumentos que esta comisión esgrimió para reducir a tres años la carrera de “notariado”, misma que anteriormente se hacía en el mismo tiempo que la de jurisprudencia: “Hemos juzgado conveniente reducir a tres períodos la carrera del Notariado, porque en nuestro concepto bastan para dar a los alumnos los conocimientos que como profesores necesitan, y para no recargar indebidamente una carrera, que tiene poco atractivo como científica y escaso aliciente como medio honrado de subsistencia”. “Plan de estudios de 1885”, apartado VI de la exposición de motivos.
14 Las referencias al plan de estudios de 1898 se encuentran, respectivamente, en los apartados I, III, V y IX de la exposición de motivos.
15 “Plan de Estudios Preparatorios y Profesionales”, 4 de marzo de 1898, capítulo 1º, artículo 4º. 
16 “Plan de estudios preparatorios y profesionales”, 22 de diciembre de 1921, capítulo II, artículo 4º.
17 Entre otros: Manuel Brioso y Candiani, “El instituto de Oajaca”, Mercurio, Oaxaca, 26 de diciembre de 1926; Ramón Pardo, Breve estudio sobre la evolución del Instituto de Ciencias y Artes de Oaxaca, Oaxaca, imprenta del estado de Oaxaca, 1926; Esteban Silva y Escobar, Instituto de Ciencias y Artes del Estado. Monografía en ocasión del CXXV aniversario de su fundación, Oaxaca, 1952; Francisco José Ruiz Cervantes [compilador], El Instituto de Ciencias y Artes del Estado. Los años de formación, Oaxaca, UABJO-IIHUABJO, 1990; Annick Lempérière, “La formación de las élites liberales en el México del siglo XIX: Instituto de Ciencias y Artes del Estado de Oaxaca”, Secuencia #30, México, Instituto Mora, sep.-dic. de 1994; Gustavo Pérez Jiménez, Historia gráfica del Instituto de Ciencias y Artes erigido en Universidad Autónoma “Benito Juárez” de Oaxaca, Oaxaca, UABJO, 1999; Víctor Raúl Martínez Vásquez, Breve historia de la Universidad Autónoma “Benito Juárez” de Oaxaca, Oaxaca, Gobierno del Estado de Oaxaca, 2012.
18 Si tomamos cuatro años que cubren el periodo de estudio, podremos comprobar esta afirmación sobre el número de matriculados en el ICAE: en 1832 era de 117; bajó a 96 en 1835; en 1875 hay un ascenso significativo a 643, pero es el número más alto entre los años comprendidos de1869 a 1883; finalmente para 1933 la cifra baja a 331. Las cifras de 1832 y 1835 en las Memorias administrativas de estos años; las de 1875 y 1933 en Martínez Vásquez, 2012, pp. 79 y 157. 
19 Lempérière, 1994, pp.75-76.
20 Véase Reglamento de 1835, sección 13ª, artículo 52. Las cursivas son nuestras. Para otras prerrogativas de utilidad material pública entre el ICAEO y el gobierno del estado, confróntese la “SECCIÓN 3ª. DE LAS ATRIBUCIONES DE LA ORDEN DISTINGUIDA DE LAS BELLAS LETRAS”, del reglamento de este mismo año.
21 Confróntese Lempérière, 1994, pp. 70-72.
22 Véase “Reglamento del Instituto de Ciencias y Artes del Estado”, decreto número 8, 1835.
23 “Sobre que se suspendan en Oaxaca los estudios de medicina”, AGN; GD 123, Justicia e Instrucción Pública, vol. 87, exp. s/n, f. 298, Instituto de Ciencias y Artes de Oaxaca, Ministerio de Justicia e Instrucción Pública, 1855. “Noticia de los libros de Medicina y Ciencias accesorias que existen en la biblioteca de este estudio [Instituto de Ciencias y Artes de Oaxaca], elaborado por su rector [sic], Juan Nepomuceno Bolaños, en el expediente relativo a la suspensión de la enseñanza de las Ciencias Médicas en el establecimiento”.
24 Las actividades de regocijo por el triunfo “felicista” en Oaxaca y particularmente en el ICAE son narrados en el periódico El Avance, Oaxaca, 20 de febrero de 1913; los preparativos del besamanos de los 180 oaxaqueños caracterizados que viajaron a la Ciudad de México a felicitar a Félix Díaz, entre ellos los estudiantes del ICAE: López Cortés y Eduardo Vasconcelos en El Avance, Oaxaca, 28 de febrero y 2, 5 y 16 de marzo de 1913; en El Imparcial, México, 17, 19 y 26 de marzo de 1913 y en Luis Liceaga, Félix Díaz, México, Ed. JUS, 1958, pp. 276-277. 
25 El Reformador, Oaxaca, 8 de junio de 1916.
26 Ley orgánica del Instituto de Ciencias y Artes del Estado, 26 de diciembre de 1931.



Edificio emblemático de la UABJO hoy en día, 
en una vista tomada al estilo de T. Maler...


... y ahora el segundo ensayo:


Del Instituto Autónomo a la Universidad Autónoma 
[1937-1988]
por Francisco José Ruiz Cervantes

Las siguientes páginas están encaminadas a contextualizar los cambios legislativos que nuestra institución educativa experimentó entre los años treinta y los ochentas del siglo veinte. Para ello hemos dividido los 51 años transcurridos entre 1937 y 1988 en tres momentos, el primero aborda los últimos años del Instituto Autónomo y en donde se apunta hacia la fundación de la Universidad; el segundo que parte con el nacimiento de la Universidad “Benito Juárez” de Oaxaca y sus primeros años en el marco del “desarrollo estabilizador” y el tercero, que partiendo de la reforma de 1971 llega hasta el año de 1988, cuando se aprobó la Ley orgánica vigente de nuestra ya Universidad Autónoma “Benito Juárez” de Oaxaca.
El ya centenario instituto oaxaqueño adquirió su autonomía en 1931, bajo la influencia de lo ocurrido en 1929 con la Universidad Nacional y sin que mediara conflicto alguno. A diferencia de la recién constituida UNAM, el ya instituto autónomo no perdió el subsidio, precario sin duda, pero relativamente seguro que le otorgaba anualmente el gobierno del estado.1 Podemos decir que de alguna manera el hecho de que desde mediados de los veintes hasta la mitad de la década siguiente, los sucesivos gobernantes fueron todos egresados del instituto influyó para que la aportación gubernamental se mantuviera vigente.
Los treinta fueron años de confrontación ideológica en México, la reforma al artículo 3º constitucional en 1934 y con ella el advenimiento de la educación socialista en la educación elemental despertó vientos que se sintieron en todos los rincones del país.2 En las organizaciones estudiantiles de los centros de enseñanza superior el tema las polarizó.3 Los que postulaban que la enseñanza socialista llegara y bajo su influjo se reorganizara la educación superior y los que no estaban de acuerdo con tal postura. Entre las posiciones polares, había matices pero que con frecuencia palidecían y daban paso a la confrontación.4 
En la casa de estudios oaxaqueña hubo algunas voces que postularon su transformación en una entidad socialista pero el agua no alcanzó a desbordarse en ese punto. Sí en cambio estalló  una huelga decretada en agosto de 1936 en donde se alternaban demandas de carácter económico de pago de sueldos atrasados a los catedráticos y cambios en la ley orgánica que favorecieran la situación del estudiantado. El paro de actividades se llevó más del mes y no obstante el restablecimiento de actividades escolares, la situación no se normalizó del todo.5 No está por demás decir que en la entidad oaxaqueña como en otros estados, la pugna entre cardenistas y callistas al interior del Partido Nacional Revolucionario se percibía todavía y su eco se colaba hasta el edificio de avenida Independencia, no obstante que el nuevo gobernador, el coronel Constantino Chapital, era abanderado del grupo cardenista local.6



Interpretación artística de Iván Bautista con el Edificio Central
ya con la reconstrucción de sus fachadas, hechas a principios del siglo XX.



Del Cardenismo a la “Unidad Nacional”7
En el primer tercio de 1937, el presidente Cárdenas realizó una gira por el estado de Oaxaca que casi duró un mes, en un viaje que le permitió recorrer varias de sus regiones. En un “Mensaje al pueblo oaxaqueño” publicado en la prensa local, el mandatario al referirse al tema educativo anunció que se otorgaría un subsidio federal al Instituto de Ciencias y Artes del Estado equivalente al proporcionado por el gobierno estatal.8 Ese gesto hacia la casa oaxaqueña debe entenderse en el contexto del acercamiento del gobierno federal hacia las instituciones de educación superior en provincia que mantenían reticencias hacia la política educativa cardenista. Para el instituto, el acuerdo elevaba en un 100% la cantidad hasta entonces recibida, lo que mejoraría la situación económica y le permitiría cumplir de mejor manera con sus funciones.9 
En abril de 1937 tomó posesión del cargo de director, el abogado Fernando Magro Soto10 y mientras tanto la rutina diaria en la institución continuaba entre actividades deportivas, elecciones de reinas y festejos por el día del estudiante, en el diario Oaxaca Nuevo se apuntaba que para que el Instituto volviera a ser “el almácigo” donde germinó una intelectualidad que dio lustre a las letras y a la diplomacia del país era necesaria una evolución, en la que los sistemas de enseñanza estén de acuerdo con las necesidades del momento por el que vive la nación, tarea en la que debían empeñarse profesores y el alumnado y concluía que algo que debía modificarse sin duda era su normatividad.11
Como era costumbre en la institución, el ciclo escolar concluyó hacia la tercera semana de noviembre iniciándose las vacaciones escolares. Algunas semanas  después, en el mes de diciembre de 1937 la legislatura oaxaqueña aprobó una nueva “Ley orgánica para el Instituto Autónomo de Ciencias y Artes del Estado”. Un ordenamiento de 17 artículos y seis más de carácter transitorio. La ley iniciaba reafirmando el carácter de corporación autónoma con personalidad jurídica, siendo el director su representante. Que la casa de estudios impartiría enseñanza secundaria, vocacional, técnica  y profesional y organizaría la investigación científica, principalmente en lo que atañe a los problemas del estado, (art.2º) y en el marco de un nuevo acomodo para la institución educativa, ésta desarrollaría actividades artísticas, deportivas y de servicio social “todo de acuerdo con la ideología revolucionaria, en consonancia con las tendencias de las masas trabajadoras del país y ajustado a los preceptos de las constituciones políticas de la República y del Estado”. (art.2º) Además del director, “jefe nato del plantel” existía el Consejo técnico y la Academia de profesores y alumnos. El Consejo técnico estaba integrado exclusivamente por catedráticos y en la Academia, junto con el total de catedráticos habría una representación del alumnado con voz y voto distribuidos de la siguiente manera: uno por la carrera de Jurisprudencia, otro por Medicina, uno más por la secundaria, otro por la de preparatorios vocacionales de Medicina, uno por la de contadores de Comercio, e igual cantidad por la de Ayudantes de Farmacia, Taquimecanografía y Obstetricia. (art. 11º) El director sería electo por el pleno de la Academia de una terna que enviaría el Gobernador del estado y duraría en su cargo dos años. El patrimonio físico de la institución estaba integrado por el edificio que forman las calles de 7ª de Avenida Independencia y la 1ª de Macedonio Alcalá, “incluyendo los departamentos que ocupan la Biblioteca, la Imprenta estatal y el Observatorio meteorológico y el predio que ocupa el cuartel “Antonio de León” en la colonia Díaz Ordaz, de esta ciudad.12 (art. 16º) El último artículo relativo a la representación estudiantil en la Asamblea de Profesores y Alumnos establecía la formación de un Comité de Alumnos  que tendría la representación de la totalidad del alumnado. (art.17º)13
De acuerdo con Oaxaca Nuevo que reprodujo los considerandos de la nueva ley, ésta constituía el paso inicial para la creación de la primera universidad del estado, al dársele autonomía y dotándola de personalidad jurídica propia, capacitando al Instituto para expedir planes y reglamentos, por la libre designación de sus profesores y empleados, por el manejo de sus recursos económicos, “con la sola restricción de que el  Ejecutivo del Estado sea el que proponga terna de candidatos a la Academia de Profesores y alumnos para la designación de Director”.14
Los cuarenta trajeron cambios notables en el país, el contexto de la segunda guerra mundial propició que el sucesor del presidente Cárdenas, el también general Manuel Ávila Camacho cambiara la tónica gubernamental, así de la lucha de clases y la “educación socialista” se pasó a la “Escuela del amor” y la “Unidad Nacional”, lema éste último que adquirió cabal significación en cuanto se definió  la participación de México en la contienda mundial al lado de la coalición aliada.
En Oaxaca, al coronel Chapital, le sucedió otro militar de mayor rango, el general Vicente González Fernández y será durante su administración cuando el Instituto Autónomo antecedente de la hoy UABJO tuvo otra ley orgánica que sustituyó a la emitida en 1937. De acuerdo con algunas fuentes hubo un  choque entre la comunidad de la casa de estudios y el nuevo mandatario a propósito de la elección del director del instituto en 1941.15
De acuerdo con la veterana publicación Eco estudiantil, en su editorial de junio de 1943 diagnosticaba que el colegio pasaba por una aguda crisis moral, intelectual y económica, crisis que se había acentuado a pesar de los esfuerzos de sus directivos y que iba convirtiendo al instituto en un ente decadente.16 Con relación al aspecto económico al parecer el subsidio federal no era constante según se desprende de unas declaraciones del director Lic. Juvenal González Gris que en la primavera de 1944 afirmaba que la institución estaba funcionando con los fondos proporcionados por el gobierno estatal, no obstante que el presidente Ávila Camacho acordó aumentar en 50 mil pesos la aportación federal, hasta ese momento tal beneficio no se había hecho efectivo.17
No obstante la carencia de fondos, el instituto apostó por la creación de una orquesta sinfónica que despertó muchas expectativas por la calidad de los ejecutantes y que, por esos azares que tiene la vida, fuera dirigida por el célebre director Leopoldo Stokowsky en una noche memorable, recordada largamente por quienes la disfrutaron.18 Desgraciadamente por las estrecheces económicas el ciclo de vida de esa orquesta fue efímero. 
La participación de los estudiantes del instituto se recuerda en los movimientos populares de 1947 y 1952, sin embargo, desde 1944, los jóvenes alumnos se adhirieron al movimiento de protesta que hubo en la ciudad de Oaxaca, en torno a la instalación de medidores en las casas que tenían el servicio de agua potable.19
Fue en ese contexto cuando a fines de ese año de 1943, la XXXVIII legislatura oaxaqueña expidió una nueva Ley Orgánica del Instituto Autónomo de Ciencias y Artes del Estado. Llama la atención que a diferencia de los  17 artículos de su antecesora ahora eran 56 con 6 transitorios distribuidos a lo largo de 11 títulos con sus respectivos capítulos, lo que nos habla de una creciente complejidad del plantel educativo y un mayor cuidado con las formas jurídicas. 
En el título de la personalidad y los fines tenemos que la institución fue definida como: una comunidad de cultura al servicio de la Sociedad, con capacidad jurídica, siendo su representante el Director del mismo. (art. 1º) En cuanto a los fines, éstos eran: la impartición de educación  Secundaria, Preparatoria Técnica, Artística y Profesional; la realización de investigaciones científicas, principalmente acerca de las condiciones imperantes a nivel estatal y nacional y la extensión con la mayor amplitud posible de los beneficios de la cultura. (art. 2º) Para la realización de esos fines el Instituto se ajustaría en lo conducente, “a la ideología que en materia educativa sustentan la Constitución Política de la República y la particular del Estado”. (art. 2º)
La docencia se transmitiría a través de una decena de enseñanzas (secundaria, preparatoria) y carreras: Jurisprudencia, Medicina, Cirugía y Obstetricia; Obstetricia y Enfermería; Odontología; Ayudante de Farmacia, Contador de Comercio; Taquimecanografía y Música. (art. 3º)
Por su parte las investigaciones científicas se llevarían a cabo por los Institutos de Matemáticas, Física, Química, Biología, Geografía, Investigaciones Sociales, Investigaciones Estéticas y Biblioteca. (art. 4º)20 Y la difusión popular de la cultura y el desempeño de otros servicios sociales que se impone el Instituto se haría por medio de su Dirección, encargada de formular el plan de Acción Social respectivo. (art. 5º)
La estructura gubernativa se mantenía tal como lo establecía la anterior de 1937 y en cuanto al procedimiento de elección del director permanecía la facultad de profesores y alumnos pero se agregaba que en caso de rechazo de la terna o de que no se reuniera la asamblea después de cierto número de días hábiles, el ejecutivo del estado tendría la facultad de designar al director, cayendo el nombramiento en alguien distinto de los que aparecían en la terna. (art. 8º) El director duraría dos años pero podría ser reelecto, lo que constituía una novedad. Igual era novedad el hecho de que los empleados podrían designar a un representante ante la Asamblea. (art.14º)
Apareció por primera vez la figura de los “exalumnos” y estableciéndose el ámbito de su desempeño (art. 34º) señalándose que en igualdad de circunstancias se preferiría para algún empleo dentro del instituto a sus egresados. Al elaborarse la lista del patrimonio institucional se consideraba ya al anfiteatro construido en los terrenos del Hospital General en la ciudad de Oaxaca. 
 De hecho, a lo largo de la ley se hacen más precisiones en torno a cuestiones administrativas, presupuestales, compatibilidad laboral e incluso se señala que los profesores y empleados habiendo cubierto 20 años de servicios, tendrían derecho a gozar de una pensión de acuerdo con los requisitos que el reglamento señalara. (art. 56º)
Esta nueva ley orgánica se mantendrá en vigor durante un poco más de una década y reglamentará la vida institucional en lo que fue la etapa final del Instituto Autónomo de Ciencias y Artes.21 De hecho un intento por modificar la ley orgánica para permitir al ejecutivo estatal intervenir en incidencias de personal docente tensó las relaciones entre el colegio y el gobernante en turno. El decreto en cuestión fue acremente cuestionado por la comunidad educativa y fue uno de los elementos que desencadenó la crisis política de 1946-1947, la que culminó con la salida del cargo del gobernador Edmundo Sánchez Cano.22



Adolfo López Mateos, presidente de la república, 
rindiendo homenaje a Juárez, Rector Supremo,
en el patio principal del nuestra UABJO.

Nace la Universidad “Benito Juárez” de Oaxaca, 1955 
La idea de transformar al instituto en universidad seguía ganando adeptos y ocurría en un contexto favorable, pues en esos años del medio siglo, antiguos centros de educación superior provincianos se transformaron en flamantes universidades.23 Gilberto Guevara escribió que entre los fines de los cuarenta e inicios de la siguiente década el sistema de educación superior en el país creció sobre la base de crear nuevas universidades de corte liberal, al estilo de la Universidad Nacional Autónoma de México y que en algunos casos se fundaron por el capricho de los gobernantes deseosos de pasar a la historia como protectores de la cultura. Esa caracterización parcialmente puede aplicarse a la futura UBJ pues el proceso de reconversión venía caminando desde fines de los treinta y aunque el principio de libertad de cátedra estaba presente y consolidándose, nuestra casa de estudios todavía con la denominación de instituto buscaba incidir en sus especialidades y carreras en el desarrollo de las fuerzas productivas regionales. Y por supuesto que como la UNAM, el instituto autónomo oaxaqueño buscaba favorecer la promoción social entre su matrícula.24
En 1954, el instituto celebró sus cursos de invierno al que asistieron célebres figuras de la ciencia y la cultura en México y algunos intelectuales de origen oaxaqueño. Ese mismo año, las autoridades educativas convinieron con el gobernador general Manuel Cabrera Carrasquedo el envío de la iniciativa para formalizar la transformación del instituto en universidad. Así las cosas, el 17 de enero de 1955, la XLII legislatura  expidió el decreto No. 131 por el cual se erigía al Instituto Autónomo de Ciencias y Artes del Estado de Oaxaca en Universidad “Benito Juárez” de Oaxaca.25 La urgencia con la que se legisló dejó de lado una discusión a la que llamó el diputado y general Federico Cervantes Muñozcano, veterano de la revolución, que con la perspectiva que da el tiempo sin duda hubiera sido fructífera para la entidad oaxaqueña pues el antiguo militar villista insistía en la perspectiva planteada por José Vasconcelos en 1945 al ser nombrado maestro honorario del instituto. Sin embargo ante la posibilidad de que el asunto se complicara se procedió a las ventajas de “la democracia dirigida” y se aprobó rápidamente la iniciativa.26
Como ocurrió con su antecesora de 1944 con relación a la de 1937, la ley expedida el 18 de enero de 1955 tuvo un número mayor de artículos: 67 en este caso distribuidos en once títulos, con cuatro  artículos transitorios. El nuevo ordenamiento definía a la naciente universidad como una institución de “cultura superior con capacidad jurídica y fines de educación, investigación y aplicación científica para beneficio del pueblo” (art. 1º). Entre sus facultades estaba la de impartir sus enseñanzas y desarrollar sus investigaciones de acuerdo con el principio de libertad de cátedra y de investigación. (art. 3º) En cuanto a sus funciones sustantivas se mantenían las de impartir enseñanza para formar profesionistas, investigadores, profesores universitarios y técnicos útiles a la sociedad; realizar investigaciones vinculadas con los problemas del estado y del país y extender con la mayor amplitud los beneficios de la cultura. (art. 5º)
En cuanto a las autoridades universitarias, se mencionaba a la Asamblea Universitaria, encargada de designar por mayoría absoluta de votos al Rector, a propuesta del Ejecutivo estatal por medio de una terna; el Consejo universitario sustituía al consejo técnico del instituto que ahora pasaba como órgano de las escuelas y facultades; el Rector, jefe administrativo y ejecutivo de la nueva institución, presidente del Consejo universitario, desempeñaría su cargo tres años con opción a ser reelecto; los directores de las escuelas y facultades y por último al Patronato universitario, encargado de acrecentar el patrimonio. (art. 10º)
El Consejo universitario que debía reunirse mensualmente estaría integrado por el rector, los directores de las escuelas y facultades, un profesor por escuela y facultad existente y solamente un representante alumno. (art. 29º) Resulta interesante el señalamiento sobre la designación de profesores: la ley señala que no se establecerían limitaciones por concepto de posición ideológica, ni ésta sería causa que motivara la remoción laboral. (art. 41º)
En cuanto al patrimonio universitario además del edificio central y el anfiteatro, se agregaron la ex hacienda de Aguilera, las 180 hectáreas que el gobierno estatal adquirió para el antiguo instituto, ubicadas en Río Grande, municipio de Tututepec, distrito judicial de Juquila; el estadio de béisbol “Lic. Eduardo Vasconcelos”, propiedad del gobierno del estado, comprendiendo el edificio y terreno respectivo. (art. 46º) Se incorporó un título de responsabilidades y sanciones (arts. 57º-64º). Como en la reglamentación de 1944, en ésta el último artículo se refería al derecho a una pensión luego de más de 20 años de servicio. (art. 67º)
El decreto No. 131 prescribía que por única vez el gobernador del estado designaría a la persona que ocuparía el puesto de primer rector, cuyo periodo terminaría hasta el 15 de diciembre del 1956. Y entonces el gobernador Manuel Cabrera Carrasquedo nombró al médico Federico Ortiz Armengol para el cargo de rector.27
En enero de 1961, siendo rector de la joven universidad el abogado Fernando Gómez Sandoval, se publicó el reglamento de la ley orgánica. Ese ordenamiento tiene una extensión de 317 artículos y hasta la fecha no ha sido superado por uno posterior. Como corresponde a ordenamientos de esa categoría se concretan y precisan los términos de la ley orgánica. Así, al referirse a la función docente de la institución se manifiesta que se realizaría a través de las siguientes instituciones: Escuela preparatoria (Iniciación universitaria) Bachillerato; Escuela de Comercio y Administración (Licenciado en Administración de Empresas, Contador Público y Auditor); Escuela de Farmacia; Arquitectura; Derecho y Ciencias Sociales; de Medicina, Cirugía, Enfermería y Obstetricia y afines; Escuela de Bellas Artes, y la Biblioteca General de la Universidad y las particulares de cada estado (art. 4º) no quedando huella alguna de las especialidades de química aplicadas a la agricultura, la industria alcoholera o la metalúrgica, con lo que afianzaba su carácter de universidad liberal.28.
La ley orgánica elaborada en 1955 reglamentó el funcionamiento de la flamante Universidad “Benito Juárez” de Oaxaca durante los primeros 15 años de vida institucional. Años de crecimiento escolar sostenido, de tal manera que para 1968, la matrícula se acercaba a los 3 mil 500 inscritos, aunque los 681 estudiantes que cursaban estudios profesionales constituían el 19 % del total. La proporción entre hombres y mujeres favorecía a nivel global a los primeros con un 60% sobre el 40% de las segundas.29 
Para mediados de los años sesenta, las sedes de las escuelas tanto de educación media superior y profesionales estaban distribuidas en varios puntos de la ciudad capital y el inmueble de Av. Independencia y Macedonio Alcalá era conocido como “el edificio central” por estar ubicadas ahí las oficinas de la rectoría, la secretaría general, servicios escolares, la tesorería y el paraninfo. Dependencias como Radio Universidad; la escuela de Derecho y Ciencias Sociales y las carreras cortas de taquimecanografía y secretariado bilingüe. A ese edificio habían entrado al menos tres presidentes de la república y otros funcionarios de la administración federal; era sede de las tardeadas organizadas por la Federación Estudiantil Oaxaqueña durante la semana del estudiante y del reparto de aguas frescas el cuarto viernes de cuaresma a cargo de la insuperable Casilda Flores. Todo era armonía y en eso llegó el verano de 1968 y ya nada sería igual.



Pintas en los muros, durante la crisis de los 70s.


De la UBJ a la UABJO. De las turbulencias del pasado reciente a la búsqueda por la estabilidad institucional
1968 fue un año axial, según escribió Octavio Paz en Posdata. Y en ese año eje, los ecos del movimiento estudiantil que se inició en la ciudad de México en julio se magnificaron en las paredes del edificio central y en las calles céntricas con la primera marcha solidaria, contando con la presencia de las autoridades universitarias. A mediados de agosto estalló un paro estudiantil que no se levantaría hasta diciembre de 1968. Del apoyo a los seis puntos del pliego petitorio enarbolado por el Consejo Nacional de Huelga (CNH) se pasaría a la exigencia de libertad del catedrático preparatoriano Moisés González Pacheco, detenido en Oaxaca y confinado a la cárcel de Lecumberri, en la Ciudad de México; de la organización del Comité de Huelga se iría a la conformación del “Comité de Lucha pro reformas universitarias”, embrión de una propuesta de cambio a la rutina escolar, proceso de crítica académica pronto subordinado a la lucha política-ideológica contra “el sistema”.30
La radicalización de un sector del estudiantado alcanzó a la Federación Estudiantil Oaxaqueña (FEO) y a varias sociedades de alumnos, particularmente las representativas de las preparatorias diurna y nocturna. El año de 1970 fue particularmente difícil pues la polarización política se expresó en enfrentamientos entre estudiantes y esos acontecimientos desembocaron en la intervención policiaca, detenciones y la expulsión de los principales líderes de la FEO. Un año después, una corriente moderada pero que se reivindicaba heredera del 68 se hizo del control del órgano estudiantil y en el marco de lo que nacionalmente se denominó como “Apertura democrática” propuso como objetivo lograr que la Universidad “Benito Juárez” de Oaxaca, se transformara en Universidad Autónoma “Benito Juárez” de Oaxaca.31
El resultado fue la expedición del decreto No. 276, de fecha 24 de agosto de 1971 por el que se concedía “Plena autonomía a la Universidad “Benito Juárez” de Oaxaca, emanada del Instituto Autónomo de Ciencias y Artes del Estado para que en lo sucesivo la casa de estudios se denomine “Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca”. 
Pero ahí no pararon los cambios pues se estableció que el Rector sería designado por la Asamblea universitaria de una terna propuesta por el Consejo Universitario (art. 11º), arrebatándole la facultad de “gran elector” que tenía el gobernador estatal. También en la composición del Consejo Universitario hubo modificaciones a fin de obtener la paridad entre profesores, autoridades y estudiantes. (art. 29º) Sin embargo esa paridad no alcanzó a la Asamblea Universitaria aunque la presencia del alumnado se incrementó sustancialmente.
Lo singular de este episodio fue que la iniciativa, a diferencia de los momentos hasta aquí  reseñados, partió de la representación estudiantil universitaria (la FEO) y tuvo como interlocutor al Ejecutivo estatal, aislando por momentos a la administración universitaria presidida por el médico Mario Pérez Ramírez que no simpatizaba con las propuestas de reforma. 
Para entender mejor el contexto hay que señalar que en esos años en varias instituciones de educación superior se estaban experimentando con propuestas de cogobierno o representación paritaria e incluso en la Universidad Autónoma de Nueva León se había generado un conflicto por el asunto de una ley orgánica repudiada por un sector de la comunidad universitaria local e incluso alcanzó dimensión nacional.32 
Así que el tema de la paridad era objeto de opiniones encontradas y para el caso de Oaxaca, la postura de la SEP fue de rechazo a la iniciativa de reformas enarboladas por la FEO que dirigía Raúl Castellanos Hernández. Sin embargo, la actitud del gobernador interino, licenciado Fernando Gómez Sandoval y de su Secretario del Despacho, licenciado Agustín Márquez Uribe, ambos ex rectores universitarios, fue la apropiada para el momento y, tomando “al toro por los cuernos” la hicieron suya y la presentaron a la legislatura oaxaqueña.33 Un hecho singular en esos años de rigideces y atrincheramientos en el mal entendido principio de autoridad. El primer rector que fue electo por la nueva legislación fue el licenciado Rubén Vasconcelos Beltrán en el otoño de ese 1971,  sin que la institución universitaria sufriera menoscabo alguno.34



Estudiantes manifestándose a las puertas de la Universidad. Años 70s....

La reforma de 1971 a la Ley orgánica universitaria se mantuvo en vigor hasta el año de 1978, cuando durante el interinato del general Eliseo Jiménez Ruiz fue derogada y la legislatura respectiva emitió la que la substituyó. El contexto de la nueva ley está dado por el conflicto universitario que arrancó en 1975 y que traspasando los muros de la institución se convirtió en elemento central de la crisis política que culminó con la salida del cargo de gobernador del licenciado Manuel Zárate Aquino y con la diáspora del grupo mayoritario de profesores de la UABJO y en menor proporción de estudiantes para fundar la Universidad Regional del Sureste. Pero la cosa no paró ahí y la puesta en práctica de la “Universidad científica, crítica y democrática” no fue nada fácil y por encima del arreglo sobrevino el conflicto entre los antiguos aliados, el desconocimiento del rector Felipe Martínez Soriano, generándose un ambiente favorable para la intervención del gobierno federal a través de la Secretaría de Gobernación en la universidad.35
De acuerdo con algunas fuentes, la ley de 1978 se caracterizó como ajena a “las demandas del movimiento democrático universitario”, lo que era cierto pero a tono con los procesos de “ordenamiento” que el Estado mexicano estaba emprendiendo en ese nivel educativo con la Ley de Coordinación de la Educación Superior.36
 Se trata de un documento integrado por apenas 33 artículos y cuatro transitorios y que respondía a una tradición diferente  en cuanto al fondo y a la forma seguida por las legislaciones universitarias oaxaqueñas aquí reseñadas. Esa ley tenía como novedades una definición de lo que significaba la autonomía universitaria y de lo que debería considerarse como ataques a ella; proponía para la UABJO una nueva forma de organización académica y naturalmente un distinto procedimiento para el nombramiento de autoridades con la aparición del organismo conocido como el “Colegio Académico”.37  
Con el objetivo explícito de modernizar los métodos de enseñanza, su organización y funcionamiento la estructura académica de la UABJO se integraría por divisiones y departamentos, dejando de lado la división tradicional de escuelas y facultades. Así se establecían cuatro divisiones y dos direcciones; las divisiones se integrarían con los departamentos. (art. 8º) A los órganos tradicionales como el Consejo Universitario, se agregaba el citado Colegio Académico y el Consejo Económico. (art.11º) El mencionado Colegio Académico se integraría por 13 distinguidos universitarios nombrados por el Consejo Universitario. Ese consejo de notables nombraría al Rector a escoger de una terna enviada por el citado consejo. En caso de omisión del consejo para enviar la terna y pasados 15 días, el Colegio Académico lo nombraría. Otra de las funciones era la de instancia conciliadora al interior de la universidad con las distintas autoridades y al exterior al mediar entre el Estado y la Universidad. Por su parte el Consejo Universitario reuniría a directivos de divisiones y departamentos, a catedráticos de esas instancias y a dos representantes alumnos de cada división y departamento, también habría dos representantes de los trabajadores. En las divisiones y departamentos habría consejos técnicos establecidos paritariamente. (art. 22º) Por primera vez se tocaba el tema de las relaciones laborales y sus empleados que se regirían por los contratos colectivos de trabajo. (art. 32º) Ese nuevo ordenamiento estuvo en vigor cerca de una década y bajo sus procedimientos se designó en 1983 como rector al doctor César Mayoral Figueroa.38
Sin embargo el rectorado del doctor Mayoral no cubrió el periodo previsto pues el enfrentamiento con diversos sectores y grupos de interés desgastaron su administración, al final el Colegio Académico acordó removerlo. Pocos días después se instaló un nuevo Consejo Universitario, el que consensó una terna a fin de que el Colegio Académico se pronunciara por un nuevo rector interino, que debería reformar la Ley orgánica, para elegir en forma democrática a las autoridades universitarias.39 El designado fue el abogado y catedrático universitario Abraham Martínez Alavez.
Casi dos años después el congreso del estado aprobó la Ley orgánica de la UABJO que está actualmente en vigor y que entre otras modificaciones incorporó el voto universal, directo y secreto para la elección de autoridades universitarias. Es en ese sentido la continuación de la reforma de 1971.40
La Ley Orgánica en vigor consta de 76 artículos y tres transitorios y fue promulgada  el 1º de marzo de 1988. En ella se recogen los postulados contenidos en anteriores leyes, en cuanto al carácter autónomo de la institución descentralizada del servicio educativo del Estado, dotada de personalidad jurídica. Se ratifican las funciones inherentes, los principios de libertad de cátedra y libre investigación científica y sus fines como institución de educación media superior y superior, en cuanto a la docencia, la investigación y la difusión de la cultura en la sociedad. (arts. 1º, 6º y 7º)
Para la ley actual, los órganos de gobierno son el Congreso Universitario, el Consejo Universitario, el Rector, los Consejos Técnicos de las Facultades, Escuelas e Institutos de Investigación y sus  respectivos directivos. (art. 19º) Se establece el voto uninominal, libre, directo y secreto el que será ejercido por la comunidad universitaria para elegir a las distintas autoridades definidas en la ley. (arts. 19º y 20º) El rector durará en el cargo cuatro años improrrogables y no podrá ser reelecto para el siguiente periodo (art. 41º); los directores tendrán un periodo de tres años con las mismas características del anterior (art. 57º). Las elecciones en el caso del rector, previa convocatoria del consejo universitario, las organizará una comisión electoral formada por miembros de ese cuerpo colegiado y en el caso de los directores, los respectivos consejos técnicos erigidos en colegios electorales (arts. 44º y 52º). 
En la ley vigente, el peso lo tiene el título segundo relativo a los órganos de gobierno de la institución que acumula la mayor cantidad de artículos (del 18º al 62º), en tanto el tercero, el cuarto y el quinto son de una extensión menor. Tal desigual distribución se entiende por la historia universitaria a partir de 1968 y en particular por la “sobredeterminación” del aspecto político en los asuntos universitarios.41 
En la última década se han elaborado diversos reglamentos que apoyan temas de la legislación universitaria vigentes sin embargo un aspecto por atender sin duda es la elaboración de un reglamento interno que atienda la complejidad creciente de la institución universitaria.42
A partir de 1988, la UABJO ha buscado adaptarse a las políticas educativas sobre educación superior impulsadas por la SEP por conducto de la Subsecretaría de Educación Superior e Investigación Científica (SESIC). Ese proceso ha tenido diversos ritmos y ha enfrentado resistencias, sin embargo los desafíos de la centuria actual impulsan a nuestra institución a avanzar más rápido. Si algo muestra el recuento de la evolución legislativa es que hay que aprovechar las continuidades y a partir de ahí proyectar los cambios necesarios para el futuro próximo, contando con la participación de los distintos sectores de la comunidad universitaria.43



Vista actual del Edificio Central, 
por la primera calle de Macedonio Alcalá.


NOTAS
1 En el informe de gobierno de 1935, el gobernador licenciado Anastasio García Toledo informaba que el subsidio anual para el Instituto Autónomo de Ciencias y Artes era de 25 mil pesos. De acuerdo con la misma fuente, la matrícula era de 465 alumnos, de los cuales 396 eran hombres y 69 mujeres. Véase Informe que rinde el C. Lic. Anastasio García Toledo, gobernador constitucional del estado ante la XXXV legislatura local, Oaxaca, Talleres tipográficos y encuadernación del gobierno del estado, 1935, p. 61.

2 Rodolfo Tuirán y Susana Quintanilla,  90 años de educación en México, México, FCE, col Centzontle, 2012, pp. 30-31. 

3 Véase entre una abundante literatura, el libro de Victoria Lerner, La educación socialista, México, El Colegio de México, 1982, pp.147-174 (vol. 17 de la Colección titulada Historia de la Revolución mexicana).

4 El caso emblemático lo constituyó la Universidad de Guadalajara en cuyo seno las posiciones extremas se fueron tensando hasta que un grupo abandonó el campus de origen y fundó la Universidad Autónoma de Guadalajara.

5 Véase la revista Oaxaca en México, editada en la capital del país que siguió puntualmente la evolución del paro de labores, en particular el número 4 del 12 de septiembre de 1936.

6 Véase María de los Ángeles Romero F. et. al., Oaxaca, historia breve, México, El Colegio de México-FCE, 2010, pp. 218-219.

7 Sigo la periodización que elaboró don Pablo Latapí Sarre en su ensayo “Un siglo de educación nacional: una sistematización” en Pablo Latapí Sarre (Coord.) Un siglo de educación en México, México, CNCA-FCE, 1998, t. I, pp. 21-42.

8 El citado Manifiesto apareció en el diario El Oaxaqueño, Oaxaca, 28 de marzo de 1937, pp. 1,4. En el mismo apartado se anunció la fundación del internado de Guelatao y la proyección de otros semejantes en los años posteriores; el establecimiento de nuevas escuelas rurales y la ampliación de la partida para exploraciones arqueológicas en la entidad.

9 En El Oaxaqueño del 25 de marzo de 1937, pp. 1,4.,  se anunciaba que el monto total que dispondría la institución sería  de 100 mil pesos anuales.

10 Véase la obra del profesor universitario Gustavo Pérez Jiménez, Anales históricos, 1827-1995. Instituto de Ciencias y Artes del Estado-Universidad Autónoma “Benito Juárez” de Oaxaca, Oaxaca, 1995.

11 Oaxaca Nuevo, Oaxaca, 7 de mayo de 1937, p.3.

12 Ese inmueble había sido utilizado por las fuerzas armadas estatales durante el periodo revolucionario y se ubicaba en los terrenos en donde actualmente se asienta el Hospital del Instituto Mexicano del Seguro Social, frente a la Avenida Niños Héroes de Chapultepec.

13 Tal artículo de la ley fue cuestionado pues en el instituto existían organizaciones y sociedades de alumnos y con esa disposición quedaban relegadas. Véase Eco estudiantil, Oaxaca, t, V, # II, julio de 1938, p.1. Una de esas instituciones era la Federación Estudiantil Oaxaqueña que en ese año realizaba su programa de servicio social consistente en el funcionamiento de un dispensario médico estudiantil gratuito atendido por la sociedad de alumnos de Medicina; una escuela secundaria nocturna para empleados, obreros y campesinos; las brigadas culturales y el seminario estudiantil. Op. cit., pp. 24-25.

14 Oaxaca Nuevo, Oaxaca, domingo 12 de diciembre de 1937, p.1.

15 Víctor Raúl Martínez Vásquez, Juárez y la Universidad de Oaxaca (breve historia del Instituto de Ciencias y Artes y de la Universidad Autónoma “Benito Juárez” de Oaxaca, México, Senado de la República-IISUABJO, 2006, p. 173.

16 Eco Estudiantil, Oaxaca, t. VI, # 1, junio de 1943, dir. Ángel L. Saavedra.

17 Ibid, Oaxaca, t. VI, # 3, 15 de marzo de 1944, p. 14.

18 Eco Estudiantil, Oaxaca, t. VI, # 4, 21 de abril de 1944. También el artículo de Everardo Ramírez Bohórquez, “La Orquesta  sinfónica ‘Instituto de Oaxaca’” en revista Acervos, boletín de los archivos y bibliotecas de Oaxaca,  Oaxaca, vol. 6, # 23, invierno de 2001, pp. 34-37. Tanto don Everardo, muchos años cronista de la ciudad de Oaxaca y don Luis Castañeda Guzmán gustaban de recordar ese acontecimiento.

19 Eco Estudiantil, Oaxaca, t. VI, # 4, 21 de abril de 1944, pp. 3, 20.

20 Resulta interesante este punto pues aunque en el momento el instituto no contara con tales instancias abría la oportunidad de crearlos en cuando las condiciones fueran favorables. De hecho un par de  años después se imprimió el primero de la serie de: “Cuadernos del Instituto” con el nombre del Instituto de Investigaciones Sociales, cuyo autor fue Manuel Zárate Aquino, destinado a revisar el problema educativo de la entidad. Por estos trabajos, José Vasconcelos en su visita a Oaxaca dijo que la casa centenaria a pesar del nombre era de hecho universidad.

21 Mientras en Oaxaca ya estaba en vigor su nueva legislación, en la ciudad de México en la UNAM la administración del rector Alfonso Caso trabajaba para tener una nueva Ley Orgánica, la que se aprobó en el congreso federal a inicios del año siguiente: en1945. Ley que por cierto sigue vigente. Sobre el particular véase la obra de Jesús Silva Herzog, Una Historia de la Universidad de México y sus problemas, México, Siglo XXI editores, 1974, pp. 80-97.

22 Víctor Raúl Martínez Vásquez, op.cit., p. 174. María de los Ángeles Romero Frizzi et.al., op cit, p.235.

23 Incluso Martínez Vásquez señala que en 1950 en la reunión de universidades celebrada en Villahermosa, Tabasco, se aprobó la ponencia del instituto oaxaqueño que buscaba su metamorfosis en universidad. Véase, op. cit., p. 186.

24 Gilberto Guevara Niebla, “La educación superior en el ciclo desarrollista de México” en revista Cuadernos Políticos, México, D.F., Ed. Era, julio-septiembre de 1980, p. 67. De acuerdo con datos que ofrece el profesor Pérez Jiménez, en 1952 el instituto ofrecía las carreras de químico azucarero y alcoholero, químico jabonero y perfumista, químico en industrias agrícolas y químico metalúrgico. En tanto la matrícula aumentó de 656 en 1952 a 981, en 1954.
25 Claudia Margarita Chávez Gómez, “La primera universidad de Oaxaca” en Francisco José Ruiz Cervantes, et. al., Testimonios del cincuentenario: Universidad Autónoma “Benito Juárez” de Oaxaca, Oaxaca, UABJO-FAHHO, 2005, p. 97.

26 Francisco José Ruiz Cervantes (Comp., introd. y notas), Oaxaca en José Vasconcelos, Oaxaca, SECULTA, 2009, pp. 137-145.

27 Tal designación no dejó de sorprender a más de uno dentro y fuera de la institución, pues se pensaba que el designado era el abogado Castro Mantecón, último director del instituto, pero no fue así, Federico Ortiz Armengol, médico oaxaqueño, se había desempeñado en el ámbito político y profesional de la capital del país en donde tenía amplios contactos. Por cierto, al concluir su periodo Ortiz Armengol fue reelecto.

28 Un tema de urgente estudio es el relativo a la suerte que han tenido las carreras técnicas, desde los tiempos del Instituto en el siglo XIX y en el siglo pasado, como los aquí señalados ¿por qué esos campos no pudieron consolidarse?

29 Véase Jesús Barrón Toledo, La enseñanza superior en México, 1968, México, ANUIES, 1971.

30 De una extensa bibliografía y hemerografía que va desde Oaxaca una lucha reciente, México, Ediciones Nueva Sociología, 1978, pasando por las tesis de licenciatura, elaboradas por varios alumnos del Centro de Sociología de la UABJO y los ensayos de Víctor Raúl Martínez Vásquez, op.cit., pp.203-211. Véase el número tres de la revista Humanidades, del IIHUABJO, publicada en 1998 y titulado “Nuestro 1968”.

31 Si bien en el reglamento de 1961 en el primer artículo se decía que la universidad oaxaqueña era una institución de cultura superior, autónoma y descentralizada del estado, con personalidad moral y capacidad jurídica propias, se consideraba necesario que esa denominación alcanzara a la ley orgánica.

32 La marcha del 10 de junio de 1971 se organizó en solidaridad con la lucha de los estudiantes neoloneses en contra de una ley orgánica que consideraban inaceptable. Véase también Gilberto Guevara Niebla, La democracia en la calle. Crónica del movimiento estudiantil mexicano, México, Siglo XXI Editores, 1988, pp. 70-73.

33 La postura gubernamental fue sensata y evitó un conflicto al interior de la universidad, pues la negativa habría dado elementos para la movilización estudiantil. Si los activistas más radicales apostaban por el rechazo oficial, la respuesta gubernamental los desarmó. Una lección que no quiso tomar en su momento el licenciado Manuel Zárate Aquino siguiente mandatario local y que sumió al estado en un periodo de confrontación para mediados de la década de los setenta del siglo veinte.

34 Wietze de Vries escribió que: “Durante los setentas las estructuras de varias universidades públicas sufrieron importantes modificaciones, tales como la introducción del voto directo en las elecciones del rector, la paridad entre estudiantes y académicos en los consejos  y el crecimiento anárquico de la burocracia universitaria” “Gobernabilidad, cambio organizacional y políticas” en Revista de la Educación Superior, México, ANUIES, vol. 30, abril-junio de 2001.

35 Sobre ese controvertido periodo en cuanto a perspectivas analíticas puede consultarse el texto del doctor Felipe Martínez Soriano, Oaxaca, 1975-1978. Movimiento democrático universitario y testimonios de la cárcel. Oaxaca, 2008.
36 Véase Eduardo Ibarra Colado, La Universidad en México hoy: gubernamentalidad y modernización, México,UNAM-UAM-I-UDUAL, 2001, pp. 344-345. Ese proceso tendría un punto de referencia en la reforma al artículo 3º con la inclusión del inciso VIII, relativo a la educación superior.

37 Instancia que por sus funciones era el equivalente a la Junta de Gobierno de la UNAM. Véase la aportación de Romualdo López Zárate, “Una aproximación a las formas de gobierno de las universidades públicas” en revista Sociológica, México, UAM-A, vol. 13, # 36, enero-abril de 1998, pp. 233-236.

38 Para una visión del rectorado del doctor Mayoral y sus propuestas modernizadoras apoyándose en la legislación vigente puede consultarse al maestro Néstor Montes García, “Dinámica política para la caída de un rector, 1983-1986” en Humberto Muñoz García (Coord.), Relaciones universidad gobierno, México, UNAM-M.A. Porrúa, 2006, pp. 105-159.

39 Montes García, art.cit, p. 159.

40 El académico López Zárate, en el ensayo arriba citado comenta que la modificación de las leyes orgánicas no es un asunto sencillo pues se debe contar con el acuerdo entre autoridades universitarias, con el gobernador del estado y con el congreso estatal, como ocurrió con el Rector Martínez Alavez y el ejecutivo estatal, bajo la conducción del también abogado Heladio Ramírez López.

41 Se trata de un tema de gran controversia, localmente se puede consultar a Víctor Raúl Martínez Vásquez, “Modelos de universidad: el caso de la UABJO” en revista Cuadernos del Sur. Revista de Ciencias Sociales, Oaxaca, UABJO-INAH-CIESAS/Oaxaca, año 10, # 20, pp. 87-107; Gerardo A. Carmona Castillo, “Una asignatura pendiente: la reforma de la legislación universitaria” en Francisco José Ruiz Cervantes et al, Testimonios del cincuentenario, pp. 206-208. A nivel nacional hay menciones específicas como en Carlos Ornelas, De la crisis a la reconstrucción. El cambio institucional en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, México, ANUIES, 1999. Pero sin duda el tema del cambio institucional en la UABJO sigue esperando a quienes se decidan a  investigarlo.

42 En 2007 se expidieron los reglamentos para el ingreso, permanencia y egreso de los alumnos, el de Servicio social, el de Titulación profesional y el de Estudios de Posgrado

43 Puede resultar paradójico que hacia finales de los ochenta, varias universidades públicas que sostuvieron el modelo de universidad democrática entraron en crisis y grupos internos y externos empezaron a cuestionar abiertamente esas forma de gobierno y a emprender procesos de reforma, consolidando formas de gobierno más centralizantes y que la UABJO haya continuado por la vía institucional que otras instituciones autónomas abandonaban; escenario que se explica por las particularidades de la historia reciente de nuestra IES. Véase Wietze de Vries, art. cit. y Axel Didriksson, “Gobierno universitario y poder. Una visión global de las formas de gobierno y la elección de autoridades en los actuales sistemas universitarios” en revista Perfiles Educativos, México, CESU, # 64, abril-junio de 1994.



Contraportada y portada del tomo. En la imagen de la izquierda puede apreciarse el actual edificio que alberga al Instituto de Investigaciones en Humanidades, en Av. Independencia 901, ciudad de Oaxaca.